Hoy, después de un viaje largo, regresé a Denver. Durante las semanas pasadas, me sentí un poco de frustración que fuimos demasiados ocupados y no tenía bastante tiempo para reflexionar. No estaba segura que hubiéramos hecho una deferencia en las vidas de la gente. Tampoco no estaba segura que fue posible o ético intentar esto con tan poco tiempo. En realidad, todo del trabajo social supone la búsqueda constante por el equilibrio. En realidad, cada tiempo que escuchamos, fomentamos la conversación y empezamos el proceso del cambio.
Pensar en los símbolos me ayuda dar forma a los pensamientos y los sentimientos que no puedo procesar. En mi blog anterior, describe el viaje como un rompecabezas. Estábamos visitando muchos lugares y escuchando a muchos cuentos diferentes. Cada de estos fue una parte del rompecabezas. Como trabajadores sociales, pensé que fue nuestro papel ensamblar las partes en la manera correcta.
Ahora, prefiero pensar en el trabajo social como una obra del arte y como los trabajadores sociales, somos los artistas. Me impresionó ver el arte en muchas de las visitas, desde las escuelas, hasta la exhibición en la clínica, PANI, la artesanía indígena. En todos de estos lugares, la gente usan el arte para dar forma a sus mundos. Cuando creamos una obra del arte, nunca está perfecta. Constantemente hacemos críticos, hacemos cambios, y mejoramos. De manera similar, hacemos esto en el trabajo social. En ambos casos, cada persona tiene su estilo único. Aunque el mundo está llena de problemas y cambios y tenemos críticos de algunas soluciones probadas, siempre aprendemos y estamos en el proceso del crecimiento. Estoy agraciada que la gente nos dieron la bienvenida a sus vidas y nos permitieron compartir en su arte.